Y qué difícil era.
Mirar atrás, entre cientos de páginas de recuerdos y saber que ya no está.
Pero prefería pensar que había muerto (y tratar de convencerse de ello) antes que enfrentarse a la realidad de los hechos.
Buscó a tientas la caja de cigarrillos y el mechero sobre la mullida moqueta blanca. Sintió la intensidad de sus sentimientos ascendiendo peligrosamente por su garganta, tratando de escalar hasta sus ojos, pero justo cuando se sentía estallar, una bocanada de humo recorrió sus pulmones, relajándola.
Como cada día, nada más abrir aquel álbum lleno de escritos e instantáneas, volvió a cerrarlo.
Estaba claro que aquello no le hacía ningún bien.
Una vez más, acercó el tabaco a sus labios e inhaló. Conforme sus pensamientos se alejaban perdiéndose en los rincones de aquella habitación, todo parecía volverse más claro.
Sí, definitivamente sería mejor darlo por muerto.
2 comentarios:
Precioso, Adela.
Gracias churra (L) :)
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