Entro en la cocina en busca de algo que llevarme a la boca ya que mi estómago lleva un tiempo dando la lata. Al pasar junto a la oscura mesa de roble, mis ojos perciben un ligero movimiento difuminado. Con curiosidad me giro y voy hacia el objeto de mi inquietud.
Alzo el bote de cristal y lo examino desde distintos ángulos mientras me pregunto quien habrá encerrado allí a esas pobres criaturas. Cuál fue mi sorpresa al poner en libertad a tan hermosos seres y observar como una mariposa atigrada -la única entre un grupo de mariposas blancas- se agitaba en el aire, alzándose lentamente hasta alcanzar mis labios, posándose suavemente en ellos. Sobrecogida, me quedo inmóvil hasta que la mariposa toma rumbo a la ventana, como sus compañeras supervivientes.
Casi sin darme cuenta me llevo la mano hasta mi boca y acaricio con suavidad el labio inferior. Sopesando los cientos de leyendas que había leído acerca de estos seres, pude entender lo que aquello había significado. Aquella mariposa me había elegido.
Mis días se habían convertido en rutina y aquella dulce criatura de los cielos me había incitado, más bien retado, a cambiar.
La metamorfosis no había hecho más que comenzar.
4 comentarios:
Me gusta la imagen y la idea del texto. :)
Suerte.
SRamos.
Graciaas! :) bonito blog por cierto
tia, esta escrito de una manera preciosa... me encantó y mira que yo no suelo leer cosas muy largas!
Muchas graciaas cris, en serio! :P me encanta que me lo digas! (L)
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